Mary Shelley
Mary Wollstonecraft Shelley nació en Londres el 30 de agosto de 1797, hija del filosofo y librepensador William Godwin y de la escritora feminista Mary Wollstonecraft.
En su vida hay tres hitos importantes, el primero ser hija de semejantes padres, el segundo, su accidentada relación, que luego culminaría en boda, con el poeta Percival Bisshe Shelley, y, el tercero, la maternidad literaria de una novela, Frankestein, que iba a inaugurar todo un género: el de la ciencia ficción.
La vida de Mary Shelley es tan apasionante como una novela; huérfana de madre a los pocos días de nacer -fallecida Wollstonecraft de unas fiebres puerperales-, su padre, que había acogido a Fanny Imlay, la primera hija de su esposa nacida de una libre unión, les da a ambas madrastra, la viuda Mary Jane Clairmont que aporta al hogar otra hija, Jane, o Clara, como iba a ser conocida en el futuro, que se convertiría con el tiempo en amante de lord Byron y le daría una hija, Allegra.
Las tres niñas crecieron en un ambiente de gran cultura y moral librepensadora, causa de lo que vendría después.
En 1814, Mary conoce al famoso y atractivo poeta Percy Shelley, se enamoran, y pese a estar casado, se fugan a los dos meses de haberse conocido.
En la romántica escapatoria se agrega Clara, y Fanny, la más tímida e introvertida, se queda en casa, eligiendo el suicidio con láudano tiempo después.
Viudo Shelley en 1816, los dos jóvenes contestatarios contraen matrimonio, siendo éste, por otro motivo también, un año muy importante para Mary, ya que en Suiza, en donde se han reunido, mejor diríamos encontrado, Shelley y lord Byron, y en el transcurso de una noche de tormenta en la que Byron sugiere que todos los allí presentes escriban una historia de fantasmas, nace el germen de lo que acabará cristalizando en la novela Frankestein o El moderno Prometeo, ocurriéndosele el argumento a una jovencita de 18 años, y, según ella misma refiere, en el transcurso de una espantable pesadilla que tuvo noches después.
(De aquella velada célebre no surgieron nada más que Frankestein y un relato de vampiros –El Vampiro, cuyo protagonista es lord Ruthven, alter ego del propio Byron-, escrito por el médico personal de George Gordon, el atormentado John William Polidori, en el que se afirma que retrata a su patrón y que sentó las bases para lo que luego constituiría la literatura “vampírica”.
Ni Byron ni Shelley llegaron a escribir nunca historia alguna de terror, y hoy es más recordada Mary por su novela del monstruo semi humano que no su marido pese a haber sido éste un poeta célebre en su época).
Frankestein se publicó en 1818, aunque en un principio anónimamente, constituyendo todo un éxito, que se vio ampliado, cuanto que en 1823 ya se habían realizado seis ediciones de la novela.
Mary vivió una existencia trashumante con su marido, Francia, Suiza, Inglaterra, Alemania, Holanda, Italia, quedando embarazada varias veces pero de cuantos hijos tuvo, sólo uno sobrevivió, Percy-Florencia. Todos estos decesos -su nacimiento lo presidió el óbito materno-, y luego una temprana viudez, le crearon el trauma de que era incapaz de retener la vida de las personas queridas, de que ella misma era un símbolo de esterilidad y muerte, esto, unido a que con anterioridad su librepensador padre actuó como el más conservador de los hombres en cuanto su hija se fugó con un casado, le amargaron bastante la existencia abismándola en reflexiones de índole metafísica que dejaron honda huella en su literatura.
Se ha especulado con que Frankestein es la trasposición de una actitud rebelde frente al perfeccionismo intelectual de Godwin, lo que dio por fruto su novela más famosa, es decir, que el monstruo por ella creado no era sino un alter ego de la misma Mary, el ser ideal en el que la quiso convertir su padre y que le falló como falló el desdichado engendro a quien lo creara.
(En el caso concreto de William Godwin, con el agravante de que éste nunca le perdonó a Mary el que su nacimiento le quitara la vida a la madre, consideración injusta ya que la esposa falleció por falta de asepsia médica, pero que fue causa de que en la niña se gestara un complejo de culpabilidad que no la iba a abandonar nunca).
Mary escribió una novela gótica , Valperga, en 1823, a la que siguió otra titulada El último hombre, totalmente futurista, cuya acción se sitúa en las postrimerías del siglo XXI, y en la que se menciona la decadencia de la humanidad tal y como la estamos viviendo actualmente, lo que la transforma en la pionera de todos esos escritores, con Verne a la cabeza, a los que se ha calificado de visionarios y “profetas”.
(Como anécdota citaremos una muy curiosa referente a cierto cuento infantil, Mauricio o la cabaña del pescador, que escribió en Italia en 1820, dedicado a la niña Laurette Tighe y que no quiso publicar el padre de Mary –era editor-, por considerarlo corto, 39 páginas, que después se extravió y que ha permanecido 177 años en ignorado paradero hasta que finalmente una casualidad lo ha descubierto hace poco, en un viejo caserón propiedad de los descendiente de la pequeña Laurette).
También escribió dos relatos cortos, uno de fantasía, Transformación, y el otro El mortal inmortal, en el que habla de los inconvenientes de una vida humana eterna, y que luego ha dado origen a muchas secuelas. Se adentró en la novela histórica con The fortunes of Perkin Warbeck y Falkner, y, aparte de ganarse la vida duramente escribiendo artículos, biografías y ensayos por encargo, aún tuvo tiempo de consagrarse a la memoria de su marido, ahogado en el mar en Livorno el año 1822, procurando que esta no cayera en el olvido, a través de sucesivas ediciones de los poemas de Percy Shelley, supervisadas por ella.
Mary Shelley no se volvió a casar nunca más, ni se le conocen amoríos pese a que no faltaron ilustres aspirantes a su mano entre los que destaca el famoso novelista Washington Irving; vivió consagrada a su trabajo, y a su escasa familia falleciendo a los 54 años, en 1851.
Injustamente, o tal vez porque no ha transcurrido el tiempo necesario todavía, la Mary Shelley magnífica novelista, ya no eclipsada por la gloria del poeta que fue su esposo, y precursora de un género que ha creado escuela, no ha sido tenida verdaderamente en cuenta durante muchos años y la fama de Frankestein ha oscurecido en gran parte su presencia, mas ahora, parece ser que Mary Shelley comienza a cobrar relevancia individual como persona y escritora.
No podríamos cerrar este pequeño apunte biográfico sin mencionar otra novela suya cuyo argumento no deja de ser singular y que menciona la pasión incestuosa de un padre por su hija, lo que no deja de abrir una puerta a muchas suposiciones, tal vez, lo reconocemos, totalmente gratuitas, pero siempre intrigantes.
La novela en cuestión se titula Mathilda, fue escrita en 1819, y permaneció sin ver la luz hasta 1959.